miércoles, 25 de octubre de 2017

Cuentos con Valores

Cuentos para niños con valores: La hormiga y el castor.
 

En un bonito y gran parque vivían el sapo, el pato, el ave, la hormiga, la lombriz y hasta un pequeño castor al que todos llamaban “el sabio” por su edad y conocimientos. Todos eran muy buenos amigos y casi todos acudían al viejo castor cuando necesitaban de un consejo, excepto la hormiga quien jamás lo había visitado. Ella era lo suficientemente capaz para resolver sus problemas sola y (pensaba) que jamás necesitaría del relato de un viejo castor.

Un buen día la hormiga se encontraba paseando por el parque cuando fue cautivada por un aroma particularmente dulce por el que se sintió fuertemente atraída. Sin poder detenerse la hormiga se alejó de su hormiguero y se dirigió hacia donde se encontraba aquel aroma maravilloso.
Cuando llegó ¡No podía creer lo que sus ojos veían! Un enorme frasco de miel que “alguien” había olvidado en el parque.

(Tienes que tener en cuenta que las hormigas tienen el sentido del olfato muy desarrollado por lo que ella sí puede oler la miel) 

Sin dudarlo comenzó a comer aquel exquisito manjar. Comió tanto que se hizo de noche. En ese momento la hormiga decidió que ya era hora de  regresar su hormiguero pero cuando intentó salir de aquella melaza simplemente no pudo. Intentó e intentó varias veces pero sus patas se encontraban cada vez más hundidas en aquel lago de miel.

Pensó que permanecería allí un rato hasta que alguien del parque la viniera a rescatar pero tristemente las horas transcurrían y ninguno de sus amigos pasó por aquel lugar. Allí fue cuando la hormiga comprendió que se había alejado más de la cuenta de su hormiguero y que ella se encontraba en un sitio del parque por el que nunca frecuentaban ni ella ni sus amigos.
Pronto comenzó a sentir miedo. Pensó que sus días terminarían en aquel lago de miel. Sintió frío y comenzó a llorar…

A la mañana siguiente la hormiga se encontraba aún con sus patas en el lago de miel sin poder salir. Pero de pronto, a lo lejos vio la silueta del viejo castor. Comenzó a llamarlo y gritaba con desesperación. Hasta que finalmente el castor la vio y se acercó hasta donde se encontraba ella.
  • ¿Qué te sucedió joven hormiga? – le dijo el castor.
  • Sentí el aroma de la miel y quise probarla pero, al tocar la miel con mis patas, no pude salir y creo que jamás podré salir de aquí – decía con tristeza la hormiga.
El castor la miró con paciencia y amor.
  • Querida hormiga. Me apena lo que has vivido pero déjame decirte que esto se podría haber evitado – dijo el viejo castor.
La hormiga sin dejar de llorar abrió grande los ojos y preguntó:
  • ¿Cómo se podría haber evitado?
  • Muy sencillo – le respondió – observas que esta parte del parque se encuentra rodeada de juncos, ¿verdad?
La hormiga no se había percatado que definitivamente estaba rodeada de altos juncos.
  • Pues bien – continuó el castor – estos juncos contienen un líquido en su interior que disuelven la miel. Si me hubieras venido a visitar, te hubiera contado la vez que caí en miel (como tú ahora) y cómo aprendí a salir con ayuda de estos grandes juncos.
La hormiga tomó los juncos y con sus pinzas quebró varios de ellos. Pronto comenzó a salir de su interior un líquido que, al tocar la miel, lograba disolver la misma en pocos segundos.
El castor miró con ternura y paciencia a la hormiga y ella le dio un fuerte abrazo agradeciéndole por todo lo que la había ayudado. Juntos regresaron al parque y se convirtieron en grandes e inseparables amigos.
FIN



Ejercicios de comprensión lectora para los cuentos para niños con valores

Responde con tus compañeros:
  1. ¿Por qué la hormiga se alejó del parque? 
  2. ¿Qué fue lo que le llamó la atención? 
  3. ¿Qué hubieras hecho tú en lugar de la hormiga cuando cayó en la miel? 
  4. ¿Conoces a alguna persona que tiene anécdotas y es muy sabio de tu entorno familiar como lo es el castor del cuento? 










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